Jugando en la morgue

Su ausencia no tiene medidas precisas, pero he visto la gran mayoría de sus facetas. La reconocería con los ojos cerrados, con las manos vacías, en una nada sin aire, donde el sonido no vuela. Es densa, pero no escapa a la realidad física de las cosas: si uno se acerca lo suficiente a la materia, resulta estar constituida principalmente por huecos. En las distancias breves siempre soy capaz de robar algo. Creo deuda dentro de la deuda, abismo dentro del abismo. Los números negativos siempre pueden ser más negativos, el hambre más intensa, lo oscuro más incierto. Tal vez no importe rebuscar en esta herida: parece reposar sobre el cuerpo de un cadáver.

Rastro

Este desorden no es tuyo ni mío, y tal vez no nos permita volver a encontrarnos. Escuchar los murmullos propios en medio de tanto estruendo es prácticamente imposible. Acerco mi oído a la tierra y no me hace falta tocar el suelo para saber que esta estampida no te permitirá oír mis pasos. No ofrezco ruido ni guerra. Siempre he creído que soy capaz de captar un matiz, de puntuar la última frase y largarme, pero es que este desorden no es ni tuyo ni mío, y yo olvidé dónde queda la puerta.